30 de diciembre de 2019
23 de septiembre de 2019
Ella
El canto de los pájaros
develó la noche,
en el pueblo ya no se
escuchó la voz de mi madre.
Entre las vías secas
envejeció su respiración,
viajera desde el
nacimiento
decidió caminar con la
niebla bajo sus pies.
Dejó raíces en el musgo
de la casa
se llevó la sed del
pájaro y su canto,
esa sed de semilla que deshila
flores
blancas.
Se alejó vestida de ave
cantó palabras arrancadas
del vientre,
tejió las alas del
colibrí
para no olvidar la
palabra.
Ahora su infinita vejez
se encarna en el lenguaje
de la tierra,
dibuja símbolos en el
rumor del viento,
aún la escucho en la
lluvia tardía de
noviembre.
21 de junio de 2019
19 de mayo de 2019
Mi piel
Mi piel es el sueño de un dios recién nacido
creado en la furia de la verdad,
espacio de tiempo que se duerme en palabras,
historia de la mitología en cada pliegue,
arena y humedad.
Tiene la herencia de lo humano
en su transpiración,
sabe de las batallas y su penumbra constante,
ha sido víctima del torturador,
desaparecida en cualquier mazmorra
abandonada en las cenizas perdidas de los muertos.
Ha sido carcomida por los buitres,
las hormigas, los gusanos
y sigue respirando,
renace cada madrugada,
en el aliento del ritual blasfemo
que se niega a verla morir,
porque se baña de ella,
se alimenta de los restos que deja sobre
el lecho de palabras.
Mi piel no tiene tregua,
invoca el silencio de los desamparados,
guerrillera de poesía,
camina en espinas de la verdad y no se rinde,
respira y transpira,
se purifica ante la ausencia,
no tiene enemigo capaz de derrotarla,
esta viva,
aquí sigue junto al dios
herido de muerte por la ausencia.
Mi piel
creación de tiempo,
ciudad sagrada para los peregrinos,
tierra prometida del profeta,
respiración del viento en el lenguaje.
Voz primigenia del fuego,
en ella viven el jaguar y la serpiente,
tiene garras, tiniebla feroz del miedo,
ha sido devorada por los tigres,
transformada en tierra y cielo.
Corazón refugiado en sangre
de guerreros zoomorfos,
nivel celeste del cosmos
augurio de sabiduría marina,
lleva en su voz al chaman de la locura.
Mi piel camina sin tiempo,
fuma el tabaco de la vida,
esperando que llegue
lo total de otra piel nómada
que refleje la humedad
en el corazón de la palabra.
12 de mayo de 2019
10 de mayo de 2019
Mujer ancestral
29 de abril de 2019
XVI
(Del libro La danza oscura de los días, México 2013)
Fotografía recuperada de internet |
en sombras quedan las
plegarias de vírgenes
rotas que viven con la fragancia de las
gardenias en el encaje de sus
corpiños.
Un dolor de silencio
recorre sus pliegues
sus pechos viven el
insomnio de la espera,
embriagadas de fe y ajenjo buscan
la zarza ardiente en la profundidad de sus piernas.
Aúllan los días que se
derrumban
en la oquedad del espejo,
la ternura ajena de su
vientre revienta
en
la madera carcomida de las puertas.
Llueven
los minutos del reloj en las ventanas,
los
días se marchitan como ataúdes bajo tierra.
Con
la edad deshojada por la melancolía
se
escuchan plegarias a media noche,
la
tempestad del olvido muerde las arterias.
Las
ancianas abrazan su lecho
y descansan en la tierra seca del otoño.
19 de marzo de 2019
XXXIII
El ritmo incrustado en las olas
imita el movimiento insomne de los amantes
fluye como el opio en el hondo color de la
sangre,
es el vértigo de la noche en los cuerpos de
arena,
la sal germinando los sudores,
el tacto que encuentra la raíz de la
caricia,
es el vuelo de las aves antes de rasgar el
día.
Se rompe la ola en el olor pétreo de la
medianoche,
alguien busca los restos del barco que
naufraga en el cronograma olvidado por los
vivos,
las caracolas ofrendan al ciego
su último sonido.
El mar habita cada hueco de las amantes
abandonadas,
las deja extasiadas al filo
de la niebla donde se aloja la muerte.
(Del libro La danza oscura de los días, México 2013)
Foto recuperada de internet |
El ritmo incrustado en las olas
imita el movimiento insomne de los amantes
fluye como el opio en el hondo color de la
sangre,
es el vértigo de la noche en los cuerpos de
arena,
la sal germinando los sudores,
el tacto que encuentra la raíz de la
caricia,
es el vuelo de las aves antes de rasgar el
día.
Se rompe la ola en el olor pétreo de la
medianoche,
alguien busca los restos del barco que
naufraga en el cronograma olvidado por los
vivos,
las caracolas ofrendan al ciego
su último sonido.
El mar habita cada hueco de las amantes
abandonadas,
las deja extasiadas al filo
de la niebla donde se aloja la muerte.
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