sacrifico mi virginidad,
desgarro en un rito
el secreto de mi exilio,
lavo mi corazón, lo destilo,
lo zurzo mientras las articulaciones
se rompen y oculto estas palabras desahuciadas.
Ausente de mi misma,
desconozco el origen de mi nombre,
mi sombra lo grita sin piedad,
el sinsentido me aprisiona,
se alimenta del hambre de mis huesos,
la tentación de mi muerte me acaricia el cabello.
Marchito los segundos, me los trago a bocanadas,
saboreo la hiel que me posee y en la orilla
de la cama pierdo la inocencia
en el estertor de mi silencio.
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