Madre que buscas en los sucos de la tierra
los rastros de tu descendencia,
en las huellas de tus pasos
se quedan historias de desiertos y ciudades
donde aullaron los jinetes del apocalipsis.
Con la boca seca de recuerdos
y el polvo haciendo cicatrices en la herida
viajas con el corazón a cuentagotas.
Has encontrado huesos abandonados por los buitres,
escuchas sus gritos ahogados por el olvido
y sigues buscando.
El tiempo gira
tu rostro desgastado
refleja la tristeza de lo no vivido,
la tristeza del silencio,
la tristeza de la incertidumbre.
Sigues caminando en esta tierra sin luz
siempre buscando la palabra ausente
de quienes un día cualquiera
desaparecieron entre la neblina y la noche.