(Del libro La danza oscura de los días, México 2013)
Fotografía recuperada de internet |
en sombras quedan las
plegarias de vírgenes
rotas que viven con la fragancia de las
gardenias en el encaje de sus
corpiños.
Un dolor de silencio
recorre sus pliegues
sus pechos viven el
insomnio de la espera,
embriagadas de fe y ajenjo buscan
la zarza ardiente en la profundidad de sus piernas.
Aúllan los días que se
derrumban
en la oquedad del espejo,
la ternura ajena de su
vientre revienta
en
la madera carcomida de las puertas.
Llueven
los minutos del reloj en las ventanas,
los
días se marchitan como ataúdes bajo tierra.
Con
la edad deshojada por la melancolía
se
escuchan plegarias a media noche,
la
tempestad del olvido muerde las arterias.
Las
ancianas abrazan su lecho
y descansan en la tierra seca del otoño.