17 de junio de 2011

Noche II


Noche,
te habito en la hora del olvido
madre insaciable de palabras
cae tu sombra en las tazas de café,
dictas los días en el recuento de la oscuridad
los sonámbulos te penetran cansados,
cómplices de tu presencia.

A esta hora donde todo lo circundas
el espejo me abarca desnuda,
crucificada, con la corona de espinas en la memoria,
eres mi presencia.

Madre que abandona a los débiles,
les consume la sangre para ser tiempo,
el segundo abraza el aire
alguien llega a una ciudad nueva
transformada en el monstruo que la consume,
los dioses de han ido ante tu presencia,
los amantes jadean en parques abandonados,
los miras sedienta.

Noche, mártir de las cenizas de los poetas
alguien tomo el estandarte de tu cuerpo
para escribir la historia guardada bajo tu falda.

Sentada con los ojos entreabiertos
le pregunto a lo que queda de mi
¿Quién soy?
lo sabes tú noche virgen acorralada
por las plegarias y los rezos.

¿Cuánto tiempo serás
la prostituta de los abandonados?
¿Cuánto tiempo seré la amante
cómplice que te paga las horas con palabras?

Frente al espejo

Ciega frente al espejo



sacrifico mi virginidad,

desgarro en un rito

el secreto de mi exilio,

lavo mi corazón, lo destilo,

lo zurzo mientras las articulaciones

se rompen y oculto estas palabras desahuciadas.



Ausente de mi misma,

desconozco el origen de mi nombre,

mi sombra lo grita sin piedad,

el sinsentido me aprisiona,

se alimenta del hambre de mis huesos,

la tentación de mi muerte me acaricia el cabello.



Marchito los segundos, me los trago a bocanadas,

saboreo la hiel que me posee y en la orilla

de la cama pierdo la inocencia

en el estertor de mi silencio.