1 de octubre de 2009

Ayer...


Ayer me levante con versos en la comisura de los labios
busque la realidad de la ciudad desnuda,
niño que llora por la leyenda urbana del profeta
abandonado en la memoria de lo cotidiano.

Me vestí de cicatrices marcadas en la madrugada
busque en el cajón izquierdo de mi pecho
las tres letras de mi nombre,
el silencio atrapo los sentidos,
salí con piel transparente
y sed incontenible debajo de la lengua.

Los pies danzaban en la neblina del silencio,
cadáver del cielo que cruza la divinidad del mundo,
ausencia en la presencia del camino trazado por mis pasos,
las respiración de los habitantes se detuvo,
sola por las esquinas de los recuerdo,
la bravura de mis ojos lee la memoria de los muertos,
reflejo de gritos de un tiempo enterrado,
su palabras guardan el eco de la sangre,
las manos recobran la inocencia de la infancia.

La muerte es un juego inocente en estas calles...

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